Día 33. La vuelta

Nos levantamos a las 2:15 para estar listos a la hora acordada de la recogida. Como hemos podido experimentar durante todo el viaje el reloj de los africanos va más retrasado que el resto del mundo, y no aparece el coche hasta cerca de las 3. Mientras charlamos y reímos. Llega una sola furgoneta, pero ahora somos nosotros los que decimos que no se preocupe que cabemos todos y las maletas. Lo hemos hecho desde bata en un viaje de dos horas, ¿no lo vamos a hacer los 15 min hasta el aeropuerto? Quién nos recoge flipa con la capacidad que hemos adquirido de aprovechamiento de los espacios. Estamos hechos unos expertos.

Llegamos al aeropuerto y empieza la odisea. La enumeraremos. 

Primero. Llegamos y nos ofrecen varios chicos llevar nuestras maletas, insistimos que no es necesario. Hay que decir que no porque luego cobran por eso.

Segundo. Pasamos a la cola a facturar, no sin antes hacernos una revision de cada una de nuestras maletas, abriendo y desordenado en muchas ocasiones todo lo que ya tenemos ordenado. Aquí se hacen muchos procedimiento a mano, a lo que hay que unirle la pachorrilla con la que se trabaja aquí. Añadimos a esto una familia delante nuestra que pesa la maleta más de 7 veces para no tener que pagar el sobrepeso que llevan. No encuentran nuestros billetes a pesar de tenerlos en el ordenador justo delante de ellos. Estamos en este procedimiento más de una hora. 

Tercero. Facturadas las maletas pasamos por varios controles. El primero tuvimos que enseñar pasaporte covid y fiebre amarilla. Después pasamos a la zona de pasaporte y sello de salida del país. Más adelante nos abren las maletas, esta vez las de mano tanto fuera de la sala de espera como dentro. 

Cuarto. Terminamos esta fase y comienza el embarque algo más tarde de lo previsto. Y de nuevo revisión de pasaportes en varias ocasiones.

Por fin dentro del avión, salimos 1 hora más tarde y el vuelo durará algo más de 5 horas. La mayoría aprovechamos para dormir. Estamos muy cansados. Ha sido un mes muy intenso de trabajo y toca descansar todo lo que se pueda.

En el aeropuerto de Casablanca sacamos los siguientes billetes para Málaga y empezamos la espera. No se hace muy larga porque paseamos, comemos y charlamos sobre muchos temas. Ya somos una familia a la que no le falta tema de conversación. 

Cuando llega el avión que nos lleva a Málaga, es una avioneta. Allí cabe papa pitufo y nosotros. Más de uno se toma biodramina por si acaso. La verdad que llegamos a Málaga sin apenas turbulencias ni mareos. Ha sido mejor de lo que esperábamos.

Se pierden dos maletas, algo que nos imaginamos siendo tantos y pasando por dos países, así que antes de salir a ver a la familia, reclamamos. 

Nos despedimos todos antes de salir con un selfie, abrazos y el último grito de equipo. Nos toca llegar a la realidad de nuevo con todo lo aprendido y vivido este mes. Mezcla de pena por haber despedido a la que era nuestra familia en Malabo y ganas de ver a los que nos esperan con ilusión a la salida del aeropuerto. 


Si hay que describir lo que es felicidad, hay que tomar todas los post de este blog, porque absolutamente todos los días de esta aventura han tenido momentos de plena y absoluta felicidad. Que suerte la nuestra.

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