Día 29. Lago de Oyala

Es sábado y aunque sea fin de semana, la hora de levantarse es prácticamente igual que todos los días. A las 8 hay que estar desayunando porque hoy queremos encontrar el lago de Oyala. Nos han hablado de él muchas veces en todo el viaje, pero no todos saben dónde está. Vamos a Mebere a buscar un guía y aunque no saben llegar consiguen localizar en Oyala alguien que si sabe y nos lleva. Tras varias cuestas interminables, sobre todo para uno de los coches que el pobre no da para mas, y caminos llenos de árboles enormes llegamos al lago!!! Es espectacular, y aunque al principio no nos íbamos a bañar y no traemos ni toalla, ni ropa para cambiarnos, decidimos meternos en el agua con ropa interior y disfrutar del momento. El agua está buenísima y la paz del sitio solo la rompe nuestro altavoz con música africana que encendemos cuando llevamos un rato allí.















Pero los planazos siguen, después de secarnos la ropa cómo podemos, nos vamos a casa a cambiarnos y nos dirigimos a comer pizza, plátano y verdurita al hotel. Am bueno, y lo acompañamos con una botella de vino blanco alguno de nosotros. Estamos en la gloria y viene con nosotros Jordi, Iván y Chiquilino. Tras tomar incluso nuestro cafelito y pastelito, nos vamos al pueblo porque inauguramos el taller de costura y hemos invitado a las mujeres del pueblo. Al igual que pasa con la chavaleria, las mujeres bailan de escándalo. Nos intentan enseñar y nosotros hacemos lo que podemos. Les gusta ponerse en circulo y que salgan al centro a bailar de uno en uno. Por supuesto nosotros también salimos a bailar y les enseñamos cómo se bailan sevillanas. 



Y llega la noche y uno de los momentos más mágicos que hemos vivido aquí. Acompañado de nuestros guineanos de siempre que nos ayudan muchísimo comemos como ayer alitas, patatas y plátanos. De postre ronda de canciones, africanas y españolas, acompañadas de la percusión de nuestras manos que golpean las mesa con un son que no tiene precio. Nos atrevemos hasta con un corro rapeando cada uno de nosotros lo que se nos ocurría. La música une, ya lo sabíamos, y eso hizo unirnos más si cabe.

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