Día 27. Fin de curso Oyala
Llegó el día de la fiesta de fin de curso de verano de Oyala!!! Todos nos preparamos bien guapos y nos subimos a los coches en la misma dirección esta vez. Queremos llegar pronto para preparar la decoración y terminar los últimos detalles. Los niños y niñas se han puesto guapísimos, con sus vestidos y más de uno con su chaqueta.
La fiesta comienza más tarde pero no puede ser más divertida. Todos los cursos hacen sus bailes y los chicos de 4,5, y 6 hacen un teatro en el que el profe Jaime hace de reina a la que hay que conquistar. Después de las actuaciones, entregamos los diplomas a los niños empezando por preescolar y finalizando con los de ESBA. En la entrega de los mayores cae alguna lagrimita. Le damos mucha importancia a este equipo de adolescentes porque sabemos que cambiarán muchas cosas y que son referentes para los más pequeños. Nos han ayudado tanto al equipo Oyala que apostamos que todos serán hombres y mujeres para los demás.
Las jefazas nos entregan también diplomas a los profes de Oyala, agradeciendo nuestra labor. Somos profes orgullosos de nuestros alumnos y de lo que hemos hecho con ellos. Ha habido momentos que no han sido fáciles, pero no había nada que no se solucionará en equipo y con la sonrisa de nuestros pupilos. Los echaremos de menos y ellos a nosotros. Aquí se vive todo tan intenso que hemos creado una familia.
La fiesta ha estado llena de felicidad, satisfacción y despedidas con sonrisas. Para finalizarla se ha repartido bocadillos, buñuelos y nos hemos hecho fotos con una cámara Polaroid. Muchos se han llevado un recuerdo precioso de una foto con sus compañeros y sus profesores.
Con la resaca todavía de la fiesta nos volvemos a casa a comer y descansar un poquito, para después ir a Mebere y echar la tarde. Algunos fueron a ver el manantial y otros se quedarán mirando como se hace la yuca y aprendiendo fan. En el pueblo todavía no hay luz y encienden una parte con un motor que va a gasolina. Hoy no había y a las 7 estaba todo oscuro. La verdad que daba sensación de tranquilidad y se agradeció. Encendieron varios candiles para poder seguir despiertos haciendo cosas de casa.
Fuimos como siempre, y ya por última vez,a cenar al bar de perpetua. Nos ha sobrado aceite de oliva y le hemos regalado una botella entera. Se ha puesto muy contenta. Ella tuvo un restaurante en España hace años y sabe que es oro este aceite. La cena como siempre riquísima.
Finalizamos el día volviendo a Mebere para aprovechar al máximo los ratitos que nos quedan antes de volver a España. Todavía aguantamos sin lagrimitas pero sabemos que tarde o temprano llegarán.
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